El sábado santo es un día de oración junto a la tumba esperando la resurrección. Es día de reflexión y silencio. No se celebra la Misa, por lo que los altares se conservan totalmente desnudos, las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos y vacíos en señal de la muerte de Jesús. No puede darse la Comunión (únicamente a las personas que estén prontas a morir) hasta la Vigilia Pascual, que se celebra por la noche.
Que esta Vigilia Pascual sea la oportunidad para agradecer sinceramente a Cristo su sacrificio y su resurrección.
La Vigilia Pascual
Por la noche se celebra la Vigilia Pascual la cual nos introduce en el Domingo más importante de la historia, el de la Pascua de Cristo.
Después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual que dura los cincuenta días subsiguientes.
Esta celebración suele ser larga, pero en la medida en que comprendamos su significado podremos vivirla con mayor devoción. Tiene cuatro partes importantes:
1. Celebración del fuego nuevo. Al iniciar la celebración, el sacerdote enciende un fuego nuevo con el que prende el cirio pascual, que representa a Jesús. Sobre el cirio, marca el año y las letras griegas “Alfa” y “Omega”, que significan que Jesús es el principio y el fin del tiempo y que este año le pertenece.
Con la luz del cirio pascual se encienden las demás velas y se camina en procesión, guiados por el sacerdote con el cirio pascual. Esto representa al pueblo que camina por las tinieblas iluminado por la luz de Cristo.
Ya en el templo, el sacerdote recita o canta el Pregón Pascual que es un poema muy antiguo (escrito alrededor del año 300) que proclama a Jesús como salvador.
2. Liturgia de la Palabra. Se acostumbra leer siete lecturas. Esta es una manera de conocer más a fondo nuestra historia y recordar el camino de amor que Dios ha seguido desde el momento que nos creo, hasta el cumplimiento de su promesa de no dejarnos solos, con la venida de Jesús al mundo.
3. Liturgia Bautismal. Se bendice el agua, la cual nos recuerda nuestro Bautismo, que es cuando pasamos a formar parte de la familia de Dios. Esta liturgia nos invita a renovar nuestras promesas y compromisos bautismales: renunciar a Satanás, a sus seducciones y a sus obras y confirmar nuestra entrega a Jesucristo.
4. Liturgia Eucarística. En este momento Jesús desciende a la hostia en la última parte de la Vigilia Pascual, para entrar en nosotros y poder dialogar de corazón a corazón. Con la Eucaristía se termina el ayuno cuaresmal: Jesús se da a sí mismo como alimento de vida eterna a su Iglesia. La celebración de la Eucaristía es el punto culminante de la Vigilia porque es el sacramento pascual por excelencia, memorial del sacrificio de la Cruz, presencia de Cristo resucitado y pregustación de la pascua eterna.
Después de recorrer cada parte de esta celebración litúrgica, podemos decir que bien vale la pena este tiempo que pasamos en familia como Iglesia celebrando la cercanía de Dios que resucita liberándonos de la muerte y abriéndonos las puertas del cielo, el recordar la historia de nuestra salvación, renovar las promesas de nuestro Bautismo y recibir a Cristo mismo en la Eucaristía.