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jueves, 17 de febrero de 2011

DECÁLOGO DE LOS SERVIDORES DE LOS ENFERMOS

  1. Honra la dignidad y sacralidad de mi persona, imagen de Cristo, por encima de mi fragilidad y limitaciones.
  2. Sírveme con amor respetuoso y solícito: con todo tu corazón, con toda tu inteligencia, con todas tus fuerzas y con todo tu tiempo.
  3. Cuídame como tú quisieras ser atendido, o como lo harías con la persona mas querida que tengas en el mundo.
  4. Sé voz de los sin voz: hazte defensor de mis derechos, para que sean reconocidos y respetados.
  5. Evita toda negligencia que pueda poner en peligro mi vida o prolongar mi enfermedad.
  6. No frustres mi esperanza con tu afán e impaciencia, con tu falta de delicadeza y competencia.
  7. Soy un todo, un ser integral: sírveme así. No me reduzcas a un número o a una historia clínica, y no te limites a una relación puramente funcional.
  8. Conserva limpios tu corazón y tu profesión: no permitas que la ambición y la sed de dinero los manchen.
  9. Preocúpate por mi pronta mejoría; no olvides que he venido al hospital para salir recuperado lo antes posible.
10. Comparte mis angustias y sufrimientos; aunque no puedas quitarme el dolor, acompáñame. Me hace falta tu gesto humano y gratuito que me hace sentir alguien y no algo, o un caso interesante.

Y…cuando hayas hecho todo lo que tienes que hacer, cuando hayas sido todo lo que debes ser…no olvides darme las gracias.

lunes, 7 de febrero de 2011

JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2011 - mensaje de Benedictus PP XVI

“Por sus llagas habéis sido curados” (1Pe 2,24)

¡Queridos hermanos y hermanas!
Cada año, en la celebración de la memoria de la Beata Virgen de Lourdes, que se celebra el 11 de febrero, la Iglesia propone la Jornada Mundial del Enfermo. Esta circunstancia, como quiso el venerable Juan Pablo II, se convierte en una ocasión propicia para reflexionar sobre el misterio del sufrimiento y, sobre todo, para hacer a nuestras comunidades y a la sociedad civil más sensibles hacia los hermanos y las hermanas enfermos. Si cada hombre es hermano nuestro, tanto más el débil, el sufriente y el necesitado de cuidados deben estar en el centro de nuestra atención, para que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado: de hecho, “la medida de la humanidad se determina esencialmente en la relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto vale tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no consigue aceptar a los que sufren y que no es capaz de contribuir mediante la compasión a hacer que el sufrimiento sea compartido y llevada también interiormente es una sociedad cruel e inhumana” (Carta enc. Spe salvi, 38). Las iniciativas que serán promovidas en cada diócesis con ocasión de esta Jornada, sean de estímulo para hacer cada vez más eficaz el cuidado hacia los que sufren, de cara también a la celebración de modo solemne, que tendrá lugar, en 2013, en el Santuario mariano de Altötting, en Alemania.

1.      Llevo aún en el corazón el momento en que, en el transcurso de la visita pastoral a Turín, pude estar en reflexión y oración ante la Sagrada Síndone, ante ese rostro sufriente, que nos invita a meditar sobre Aquel que llevó sobre sí la pasión del hombre de todo tiempo y de todo lugar, y también nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados. ¡Cuántos fieles, en toda la historia, han pasado ante ese lienzo sepulcral, que envolvió el cuerpo de un hombre crucificado, que corresponde en todo a lo que los Evangelios nos transmiten sobre la pasión y muerte de Jesús! Contemplarlo es una invitación a reflexionar sobre lo que escribe san Pedro: “Por sus llagas habéis sido curados” (1Pe 2,24). El Hijo de Dios sufrió, murió, pero ha resucitado, y precisamente por esto esas llagas se convierten en el signo de nuestra redención, del perdón y de la reconciliación con el Padre; se convierten también, sin embargo, en un banco de prueba para la fe de los discípulos y para nuestra fe: cada vez que el Señor habla de su pasión y muerte, ellos no comprenden, rechazan, se oponen. Para ellos, como para nosotros, el sufrimiento permanece siempre lleno de misterio, difícil de aceptar y de llevar. Los dos discípulos de Emaús caminan tristes por los acontecimientos sucedidos aquellos días en Jerusalén, y sólo cuando el Resucitado recorre el camino con ellos, se abren a una visión nueva (cfr Lc 24,13-31). También al apóstol Tomás le cuesta creer en la vía de la pasión redentora: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré” (Jn 20,25). Pero frente a Cristo que muestra sus llagas, su respuesta se transforma en una conmovedora profesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20,28). Lo que antes era un obstáculo insuperable, porque era signo del aparente fracaso de Jesús, se convierte, en el encuentro con el Resucitado, en la prueba de un amor victorioso: “Sólo un Dios que nos ama hasta tomar sobre sí nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el inocente, es digno de fe” (Mensaje Urbi et Orbi, Pascua 2007).

2.      Queridos enfermos y sufrientes, es precisamente a través de las llagas de Cristo como nosotros podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. Resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento ni el mal del mundo, sino que los ha vencido de raíz. A la prepotencia del mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Nos indicó, así, que el camino de la paz y de la alegría es el Amor: “Así como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros” (Jn 13,34). Cristo, vencedor de la muerte, está vivo en medio de nosotros. Y mientras con santo Tomás decimos también nosotros: “¡Señor mío y Dios mío!”, sigamos a nuestro Maestro en la disponibilidad de dar la vida por nuestros hermanos (cfr 1 Jn 3,16), siendo así mensajeros de una alegría que no teme el dolor, la alegría de la Resurrección. San Bernardo afirma: “Dios no puede padecer, pero puede compadecer”. Dios, la Verdad y el Amor en persona, quiso sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder com-padecer con el hombre, de modo real, en carne y sangre. En cada sufrimiento humano, ha entrado Uno que comparte el sufrimiento y la soportación; el cada sufrimiento se difunde la con-solatio, la consolación del amor partícipe de Dios para hacer surgir la estrella de la esperanza (cfr Carta enc. Spe salvi, 39).
A vosotros, queridos hermanos y hermanas repite este mensaje, para que seáis testigos de ello a través de vuestro sufrimiento, vuestra vida y vuestra fe.

3.      Mirando a la cita de Madrid, en el próximo agosto de 2011, para la Jornada Mundial de la Juventud, quisiera dirigir también un pensamiento particular a los jóvenes, especialmente a aquellos que viven la experiencia de la enfermedad. A menudo la Pasión, la Cruz de Jesús dan miedo, porque parecen ser la negación de la vida. ¡En realidad, es exactamente al contrario! La Cruz es el “sí” de Dios al hombre, la expresión más alta y más intensa de su amor y la fuente de la que brota la vida eterna. Del corazón atravesado de Jesús ha brotado esta vida divina. Solo Él es capaz de liberar el mundo del mal y de hacer crecer su Reino de justicia, de paz y de amor al que todos aspiramos (cfr Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2011, 3). Queridos jóvenes, aprended a “ver” y a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente de modo real por nosotros, hasta el punto de hacerse alimento para el camino, pero también sabedlo reconocer y servir en los pobres, en los enfermos, en los hermanos sufrientes y en dificultad, que necesitan vuestra ayuda (cfr ibid., 4). A todos vosotros jóvenes, enfermos y sanos, repito la invitación a crear puentes de amor y de solidaridad, para que nadie se sienta solo, sino cercano a Dios y parte de la gran familia de sus hijos (cfr Audiencia general, 15 de noviembre de 2006).

4.      Contemplando las llagas de Jesús, nuestra mirada se dirige a su Corazón sacratísimo, donde se manifiesta en sumo grado el amor de Dios. El Sagrado Corazón es Cristo crucificado, con el costado abierto por la lanza del que brotan sangre y agua (cfr Jn 19,34), “símbolo de los sacramentos de la Iglesia, para que todos los hombres, atraídos al Corazón del Salvador, beban con alegría de la fuente perenne de la salvación” (Misal Romano, Prefacio de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús). Especialmente vosotros, queridos enfermos, sentid la cercanía de este Corazón lleno de amor y bebes con fe y alegría de esta fuente, rezando: “Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, fortifícame. Oh buen Jesús, escuchame. En tus llagas, escóndeme” (Oración de san Ignacio de Loyola).

5.      Al término de este Mensaje mío para la próxima Jornada Mundial del enfermo, deseo expresar mi afecto a todos y a cada uno, sintiéndome partícipe de los sufrimientos y de las esperanzas que vivís cotidianamente en unión con Cristo crucificado y resucitado, para que os de la paz y la curación del corazón. Junto a él vele a vuestro lado la Virgen María, a la que invocamos con confianza Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos. A los pies de la Cruz se realiza para ella la profecía de Simeón: su corazón de Madre está atravesado (cfr Lc 2,35). Desde el abismo de su dolor, participación en el del Hijo, María ha sido hecha capaz de acoger la nueva misión: ser la Madre de Cristo en sus miembros. En la hora de la Cruz, Jesús le presenta a cada uno de sus discípulos diciéndole: “He ahí a tu hijo” (cfr Jn 19,26-27). La compasión maternal hacia el Hijo se convierte en compasión maternal hacia cada uno de nosotros en nuestros sufrimientos cotidianos (cfr Homilía en Lourdes, 15 de septiembre de 2008).
Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial del enfermo, invito también a las Autoridades para que inviertan cada vez más energías en estructuras sanitarias que sean de ayuda y de apoyo a los que sufren, sobre todo a los más pobres y necesitados, y dirigiendo mi pensamiento a todas las diócesis, envío un afectuoso saludo a los obispos, a los sacerdotes, a las personas consagradas, a los seminaristas, a los agentes sanitarios, a los voluntarios y a todos aquellos que se dedican con amor a curar y aliviar las llagas de cada hermano o hermana enfermos, en los hospitales o residencias, en las familias: que en el rostro de los enfermos sepáis ver siempre el Rostro de los rostros: el de Cristo.
Aseguro a todos mi recuerdo en la oración, mientras que imparto a cada uno una especial Bendición Apostólica.
En el Vaticano, 21 de noviembre de 2010, Fiesta de Cristo Rey del Universo.

Oración del Agente de Pastoral de la Salud

Jesús, escrito esta en tu evangelio:
Anuncien la buena noticia y curen a los enfermos.
Como el sacerdote y el levita no quiero pasar de largo del hombre herido y dolorido, sino detenerme como el samaritano.
Jesús, salud del Padre, configúrame como vos: sano, saludable, saneador, sanador y salvador.
Concédeme, por el Espíritu Santo la gracia de conocerte y reconocerte, amarte y servirte en cada sufriente.
Que todo enfermo sea mi hermano, y mi primer prójimo el enfermo más necesitado.
Jesús, yo, tu inútil siervo, confío en las promesas de la bendición para los servidores de los enfermos.
Si la herida del hermano tu curas, el Señor hará cicatrizar la tuya.
Vengan benditos de mi Padre, entren en mi celestial regazo porque estuve enfermo y me visitaron.

jueves, 3 de febrero de 2011

Conversión de San Camilo - 2/2/1575

2 de febrero, Conversión de San Camilo de Lelis: Su desapego al mundo fue violento. Hasta el 2 de febrero de 1575, o sea, a los 25 años de edad, se hizo sordo a la voz de la Gracia; pero aquél día se sacudió bien, y con voluntad firme e intransigente propuso: NO MAS MUNDO, NO MAS MUNDO.
Aquél acto de tan decidida renuncia le orientó fijamente hacia Dios: ¡Qué ceguera tan grande ha sido la mía no conociendo antes a mi Señor!... ¿Por qué no he empleado toda mi vida en servirle? ¡Demasiado tarde Dios mío te he conocido! ¡Dame tiempo para reparar mis infidelidades!!

miércoles, 2 de febrero de 2011

Padre Wendelin Rofner SCH.(MI) 1922-2011




El Padre Wendelin  fue un  ferviente Sacerdote: activo, servicial, comunicativo. Coherente con sus ideas y su conciencia. Siempre dispuesto a dar y a darse. A bendecir todo y a todos: enfermos, sanos, casas, llaves, agua, campos... A dar responsos, administrar sacramentos, A celebrar todas las misas que le pedían, a pasar largas horas en el confesionario y, también a entregar ropa a los pobres y  dar " platita " inclusive a los que le mangueaban. Amante  de la naturaleza, de los animales, del campo, disfrutaba con la pala limpiando la maleza, y con la motosierra volteando árboles en Vagues  y  se decía : 
 “Entre la maleza  y los árboles también está Dios”.
Muy sacerdote y muy humano. Un Camilo, un curita gaucho, INOLVIDABLE. Fue Capellán del Sanatorio San Camilo. Colaborador de la Parroquia  de la Asunción y siempre presente en Santa Inés, nuestra comunidad , que siempre guardará en su corazón aquella figura menuda pero firme que cruzaba con paso ligero el camino que lo conducía al altar, desde donde su sermón  llegaba a cada feligrés con la fuerza necesaria para sacudirle el espíritu. Queda grabada en nuestra memoria cada gesto, cada frase, cada palabra que supo darnos. Aquellos que lo conocieron cuando joven, saben de su carácter para enseñarles a imponer la presencia de Dios en la vida cotidiana, y los que lo conocimos en otras etapas de su vida recordaremos a ese “curita bravo” que no se dejaba doblegar por nada, ni aun en la enfermedad.
“Querido padre Wende su espíritu estará siempre en el corazón de todos aquellos que hemos compartido su paso por esta vida ”.
Partió a la Casa del Padre el 15 de Enero de 2011
P. Wendelin Rofner Sch.( MI )  1922 - 2011
Vagues, San Antonio de Areco
Provincia de Buenos Aires 
Gentileza del Padre Martín, Padre Luis Gemelli, Marcela Garcia, Juan Osvaldo Suárez, Religiosos Camilos (facebook) y La Voz de Santa Inés.

Carta de pedido de Compromiso de Familias Camilianas Laicas

                                              ………………...,  …,  de …….………, de 201…


Al
Señor/a Presidente
Consejo Nacional de Presidencia
Familias Camilianas Laicas
__________________________
Presente:

                   Los abajo firmantes somos aspirantes a vivir siguiendo los pasos del santo de los enfermos, más necesitados y trabajadores de la salud, San Camilo de Lellis. Deseamos seguir creciendo bajo el amparo de la espiritualidad Camiliana, siendo concientes de todo lo que aún debemos aprehender.
                   Es pretensión de este grupo adoptar a San Camilo cómo modelo y ejemplo del accionar junto  la cama del enfermo, del anciano, del discapacitado; junto al seguimiento de su familia y contención amorosa cómo Jesús y San Camilo lo han hecho.
                   Deseamos ser un signo visible de lo que Jesús nos enseña a través del Santo del bello morir y de la dignidad en el vivir.
                   Sin nada más que peticionar saludamos  a Usted en Jesús, María,
Salud de los Enfermos y San Camilo.     
                                                                                                                               
                                                                                                            
                                                                                                                                                                                                                                                              (Aclaración y firma)                                                                                       (Aclaración y firma)
  

(Aclaración y firma)                                                                                       (Aclaración y firma)

                                                                                                                                                                                                                                                              (Aclaración y firma)                                                                                       (Aclaración y firma)


(Aclaración y firma)                                                                                       (Aclaración y firma)

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(Aclaración y firma)                                                                                       (Aclaración y firma)



La Unción: Sacramento de los Enfermos

La Unción de los enfermos es un Sacramento. Uno de los 7 sacramentos de la Iglesia.

Es para los enfermos en situación de enfermedad grave.

Para determinar la gravedad de la enfermedad basta con tener un parecer prudente o probable, sin angustias de conciencia, y teniendo en cuenta el parecer del médico, si se cree necesario. (Rit.n.8)

La Santa Unción debe ser conferida a los fieles, que, por enfermedad o avanzada edad, están en grave peligro de vida.

Por consiguiente, no ante una gripe simple, común, ni ante una operación quirúrgica ordinaria. No es magia. Ni tampoco da vigor al enfermo muriente, moribundo.

El Sacramento no es un sustituto de la “aspirina”, ni de los antibióticos.

No es tampoco el sacramento de los moribundos, ni tampoco en rigor el sacramento de la muerte.

El Sacramento de los moribundos es la comunión en forma de viático.

RIT. Nº 10: Debe darse a los enfermos que van a ser operados, con tal de que una enfermedad grave sea la causa de una intervención quirúrgica.

RIT. Nº 11: Debe darse a los ancianos cuyas fuerzas se debilitan seriamente, aún cuando no padezcan una enfermedad grave.

Pregunta: ¿Las personas mayores de 65 años deben recibirlo?
Respuesta: Si está enfermo, sí. Si está sano, no. ¿Cómo va a recibir el sacramento de los enfermos el que no está enfermo? La vejez no es una enfermedad.

 Pregunta: ¿Un enfermo depresivo puede recibir la santa Unción?
Respuesta: Si,  naturalmente. ¡Acaso no es un enfermo! ¿No necesita la presencia, la fortaleza y el ánimo de Dios?

Cuando no se debe dar la Unción:

-          Cuando el enfermo está inconsciente.
-          Cuando no sabe lo que recibe.
-          Cuando no lo desea, ni lo quiere recibir.
-          Cuando ya ha muerto.

NOTA: A los enfermos sin sentido, se les puede administrar la Santa unción si podemos presumir que él desearía recibirlo en esta situación.

Recordemos la definición de Sacramento. Es un signo sensible que simboliza la gracia y la comunica.

La gracia que confiere este sacramento al enfermo es: “La gracia del Espíritu Santo y sus frutos: la paz, el consuelo, la esperanza, la fortaleza interior, la salud integral, la salvación.

NOTA: La salvación que Jesús vino a traernos no es solamente la salvación trascendente, sino también la salvación inmanente: “La liberación de todo mal” E.N. Pablo VI.

La Unción es profundización y participación en la muerte y resurrección de Cristo ya inaugurada en el Bautismo.

            Es Evangelización. Anuncio de la Buena Noticia. Anuncio y Comunicación.

            Los sacramentos son un momento privilegiado de encuentro con Dios.

            La unción es: Encuentro del Enfermo con Dios.


Algunas consideraciones:

  • Para muchos la Unción de los Enfermos sigue siendo el sacramento de los moribundos. Lo piden cuando el enfermo se está muriendo:

-          Cuando está inconsciente.
-          Aún cuando no tienen fe.
-          Cuando no lo desean.
-          Lo piden para “estar en regla”.
-          Para tranquilizar la conciencia.
-          Para asegurar la Salvación… pero la salvación no está condicionada a los sacramentos.


Un principio Pastoral:

“Vale mas la FE sin el sacramento, que el sacramento sin la Fe”.

Situaciones y formas de Celebración


EL NUEVO RITUAL DE LA UNCION Y DE LA PASTORAL DE ENFERMOS NOS PROPONE DIVERSAS FORMAS DE CELEBRACION:

  • Con un solo enfermo ( en la casa, en el hospital…)
  • Con varios enfermos ( en la parroquia, en la sala o Capilla del hospital)
  • Con misa o sin misa.
  • Solamente la Unción.
  • Junto con otros Sacramentos (la Penitencia, la Comunión, Viático)


El ideal de la celebración:

El ideal de la celebración es la Celebración Comunitaria y a poder ser, dentro de la misa.  Los ideales, no siempre se alcanzan…
Pero posiblemente la celebración mas común sea en la casa, en el hospital, a un solo enfermo, con la presencia de la familia y muchas veces sin la presencia de nadie, lo cual hay que hacer todo lo posible para que acompañe alguien al enfermo, representando a la iglesia , comunidad. Sacramento Universal de salvación.


PARTES ESENCIALES DEL SACRAMENTO:

La celebración de este sacramento consiste principalmente en la imposición de las manos.
            La unción con el óleo en la frente y en las palmas de las manos y la
FORMULA DE LA UNCION: Imposición de las manos: Tiene lugar en el momento en que se inicia el rito sacramental.
            El sacerdote, en silencio, impone las manos sobre la cabeza del enfermo, como hacia Jesús, cuando curaba.
            Es un gesto orante. Oración profunda, de profundo silencio.
            Oración que implora la presencia del Espíritu sobre el enfermo.
            Es un signo, gesto de bendición y protección.

 FORMULA DEL SACRAMENTO EN EL MOMENTO DE LA UNCION CON EL OLEO: Aceite: “Por esta Santa Unción y su infinita misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo”

Los presentes y el enfermo responden: “Amén”

“Para que  el Señor te libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”

Los presentes y el enfermo responden: “Amén”

Padrenuestro.

Oración al final de la Celebración.


FINALMENTE:

Mejorar la calidad de la celebración hacia una Celebración Digna.

La celebración de un Sacramento reclama unas determinadas suposiciones por parte de los sujetos, - enfermos, - ministro, - sacerdote y de los representantes de la comunidad, - los fieles asistentes.

RECORDAMOS EN PRIMER LUGAR:

El Sacramento supone:
§  La FE
§  Supone respeto a la libertad.
§  Supone la comunidad.
§  Supone la catequesis

La FE: virtud esencial, constitutiva del sacramento. Jesús lo pedía siempre como condición de los milagros, del perdón de los pecados. Un don recibido “Anda tu fe te ha salvado”

Hay muchos enfermos cristianos, que no piden el sacramento, aún teniendo verdadera fe.

Hay otros que piden el sacramento sin tener fe verdadera, por presión familiar o por presión también de los Agentes de la Pastoral de la Salud o como un medio mágico de curación.

Y aquí recordamos el principio ya dicho: “Es más importante la FE sin el sacramento, que el sacramento sin la  Fe

Solamente con la fe, superamos la rutina, la superficialidad, el cumplimiento  (cumplo y miento) el recurso a muchos mágicos  que nos impiden una celebración digna, santa y por consiguiente fructuosa: impregnada de paz, consuelo, de esperanza, de fortaleza interior, de salud… de Salvación.