- Honra la dignidad y sacralidad de mi persona, imagen de Cristo, por encima de mi fragilidad y limitaciones.
- Sírveme con amor respetuoso y solícito: con todo tu corazón, con toda tu inteligencia, con todas tus fuerzas y con todo tu tiempo.
- Cuídame como tú quisieras ser atendido, o como lo harías con la persona mas querida que tengas en el mundo.
- Sé voz de los sin voz: hazte defensor de mis derechos, para que sean reconocidos y respetados.
- Evita toda negligencia que pueda poner en peligro mi vida o prolongar mi enfermedad.
- No frustres mi esperanza con tu afán e impaciencia, con tu falta de delicadeza y competencia.
- Soy un todo, un ser integral: sírveme así. No me reduzcas a un número o a una historia clínica, y no te limites a una relación puramente funcional.
- Conserva limpios tu corazón y tu profesión: no permitas que la ambición y la sed de dinero los manchen.
- Preocúpate por mi pronta mejoría; no olvides que he venido al hospital para salir recuperado lo antes posible.
10. Comparte mis angustias y sufrimientos; aunque no puedas quitarme el dolor, acompáñame. Me hace falta tu gesto humano y gratuito que me hace sentir alguien y no algo, o un caso interesante.
Y…cuando hayas hecho todo lo que tienes que hacer, cuando hayas sido todo lo que debes ser…no olvides darme las gracias.