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miércoles, 2 de febrero de 2011

Navidad

Nadie vio a un Ángel visitar a una señora para decirle que tendrá un hijo. Si el ángel Gabriel visita a María para decirle que será Madre, significa que tendrá un HIJO MUY IMPORTANTE.
  Tampoco nadie vio una multitud de ángeles viniendo del cielo, para conmemorar el nacimiento de un niño. Es justamente lo que pasó en Belén.
  Cuando nace Jesús, una misteriosa estrella llama junto a su cuna a reyes y sabios de muy lejos quienes se acercan trayendo oro, incienso, y mirra “Porque vimos su estrella en el Oriente, hemos venido a adorarlo.”(Mt 2,1-2) Nunca se vio esto con otros niños.
  Llegan también los pastores con un pequeño rebaño. Hacen recordar al que acaba de nacer su misión en el mundo: Será el buen pastor que dará su vida por sus ovejas. El pastor que procura la oveja perdida hasta encontrarla. El Cordero Pascual que vino a libertar a pueblo de la esclavitud. El cordero que con su sangre lava los pecados del mundo. El cordero que será sacrificado sobre el altar para unir a su pueblo. El Cordero que cargando nuestros pecados será llevado al desierto y abandonado, para que muera de sed y hambre, una figura de Cristo que fue hasta el Calvario cargando nuestras culpas y abandonado por todos, hasta por el propio Dios. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27,46b)
  El niño Juan Bautista que ya tiene doce meces, dirá más tarde: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”
  Jesús nace en Belén que significa “Tierra del Pan”, porque es también nuestra comida: “Yo soy el Pan vivo bajado del cielo”
  ¡Como sería de triste nuestro vivir si supiéramos que después de la muerte, nos aguardaría el infierno, junto con los demonios!. Cristo vino a libertar de esta desgracia. “Yo voy a prepararles un lugar para ustedes, y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevare conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes  (14,2b-3)
  De nuestra parte, debemos llevar nuestros pecados a los pies de la cruz, donde se derrocha la sangre de Jesús
  Arrodillarnos junto al árbol del pesebre, lleno de frutos; y llenar nuestro vivir de buenas obras, pues en la hora de partir para ir junto a Dios, donde viviremos con Jesús, llevaremos solamente nuestras obras, y seremos juzgados según ellas”(Ap 14,13)
Iluminemos el pesebre, calles, plazas, árboles, con mucha luz, para decir que: “Jesús es la luz del mundo” “Dios es amor” “El que ama a su hermano permanece en la luz”(Jn 2,10)
  Entonces donde no hay bondad, amor y servicio, apaguemos todas las luces para decir que: NO HAY NAVIDAD. “Quien no ama permanece en las tinieblas”(1Jn 2,9)
  A Jesús no les gusta las mentiras, porque “El diablo es el padre de la mentira”
       Liturgia falsa no sirve para  como culto a Dios